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Google Fotos podría recordar más que nosotros… en el futuro
Por FARHAD MANJOO 19 de noviembre de 2018
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Doug Chayka |
Seguir leyendoLa primera vez que Google Fotos me hizo llorar fue un golpe que me tomó por sorpresa.Una mañana de abril, miré mi teléfono resignado a encontrarme con más noticias sobre las calamidades del mundo. En cambio, había una alerta de Fotos en la que me avisaba que los robots procesadores de imágenes de Google habían creado una especie de colección con mis videos. Ya había visto ese tipo de videos producidos con inteligencia artificial —los que hace Facebook del resumen de tu año son una desgracia recurrente—, así que no esperaba mucho. Entonces, presioné reproducir y, en treinta segundos, estaba hecho una ruina, con la cara larga y llorosa.El video era de mi hija de 5 años, Samara: casi cada momento que ha estado despierta ha sido conmemorado de forma minuciosa y permanente por mí, su padre obsesionado con las cámaras. Mi obsesión ha creado una pesadilla archivística; los videos y las fotos de Samara y su hermano mayor, Khalil, ambos nacidos en la era de los teléfonos inteligentes, ahora abarcan varios terabytes —más imágenes de las que un humano podría tener el tiempo de revisar de manera exhaustiva—. Alguien se podría preguntar, ¿para qué capturar todos esos momentos?Bien, en esta simple colección de dos minutos, Google Fotos me permitió observar un destello de la respuesta.Las computadoras de Google pueden reconocer rostros, incluso los que envejecen. Google Fotos también parece entender el tono y el valor emocional de las interacciones humanas, cosas como las sonrisas, las risitas nerviosas, fruncir el ceño, los berrinches, los bailes de alegría e incluso fragmentos de diálogos como “¡Feliz cumpleaños!” o “¡Bien hecho!”. Sincronizado con una música de película de Hollywood, el resultado fue un montaje en el que se mezclaron eventos que eran de una importancia evidente —cumpleaños, obras de teatro escolares— con decenas de momentos comunes y corrientes de dicha infantil.Ahí estaba Samara de bebé cuando le cortaron el pelo, cuando dio unos pocos pasos tambaleantes; Samara de pequeña cuando jugaba con su hermano, cuando peleaba con él, cuando se zambullía con bravura en su clase de natación; Samara ya en edad preescolar mientras comía pizza en un viaje en auto, cuando le sacaba la lengua a la cámara. No puedo publicar el video aquí; sería como si mostrara su diario. Sin embargo, si Samara alguna vez se postula como presidenta de su clase en el kínder, el video de Google podría ser equivalente al video Man From Hope de Bill Clinton y ganaría con un triunfo aplastante.
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