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Noticias sobre ciencia y tecnología
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Seguir leyendo en RetinaUn teléfono móvil contiene más de 40 elementos de la tabla periódica, principalmente metales pesados que son muy valiosos por su alta conductividad. Estos elementos se pueden recuperar y reutilizar como materia prima para fabricar nuevos dispositivos. Sin embargo, de los 50 millones de toneladas de residuos electrónicos que se generaron en 2018, solo se recicló una pequeña parte. El año pasado, la basura electrónica generada fue el equivalente a desechar 125.000 aviones o 4.500 torres Eiffel, y suficientes para cubrir de desperdicios toda la isla de Manhattan (Nueva York), según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Todo el mundo quiere un Lab. Los hay para todas las culturas y de todos los colores. Laboratorios científicos, industriales, de diseño o ciudadanos. Y junto a ellos todos los imaginarios que quieren hacer de la ciudad, la empresa o el aula un laboratorio vivo. Así las cosas, no es extraño que muchos vean en Bruno Latour a un profeta: "Dadme un laboratorio –afirmaba en 1983- y moveré el mundo". ¿De verdad vamos a meter todos los problemas del mundo en un laboratorio? ¿Se pueden pensar todas las experiencias con las mimbres de la cultura experimental? El consenso que evocamos tiene que venir de algún sitio y servir a alguna causa. Tanto consenso es aburrido y quizás peligroso. ¿Cómo se autoperciben los beatos del lab? La cháchara que parlotean es la de la cultura experimental, una especie de nueva tierra prometida.
Counter-Space. Design+modern kitchen. MOMA, 2011. Kitchens in film. The Beloved Brat1938. Lo experimental parecería ser, como ya lo fue lo abierto y más recientemente lo transparente, el nuevo imperativo que modula nuestros imaginarios políticos. Constituirse como un laboratorio doméstico, sin embargo, no va a librarnos de los muchos males que quiso anticipar Mary Shilley , o contra los que se movilizaron algunos de los integrantes de ese gran laboratorio industrial conocido como proyecto Manhattan. En ambos casos fue evocada la pregunta sobre quién, cómo y dónde controlar el enorme poder que podían acumular los detentadores del Laboratorio. Innovar, descubrir o experimentar, tomadas como acciones que suceden al margen de la sociedad que las alberga, no dejan de ser prácticas misteriosas (por inaccesibles y cerradas), cuyos actores no siempre está claro para quién trabajan ni al servicio de que propósitos. La lectura de Latour, además, deja claro que la figura histórica del laboratorio nace para suprimir por completo las fronteras entre el dentro y el fuera. La condición para que un laboratorio sea operativo es que sus miembros nunca salgan fuera, lo que significa que deben asumir el reto de hacer que el exterior sea abducido en su totalidad o, en otras palabras, que deben crear las condiciones necesarias para que las prácticas de laboratorio sean tan intrusivas como exclusivas, tan objetivas cono desarraigadas, tan abstractas como replicables. La profecía también podría haberse escrito de otra forma: dadme un laboratorio y ya nada será igual.La cultura experimental, sin embargo, no cabe en el Laboratorio. Lo desborda. Por eso la emergencia de nuevos espacios de sociabilidad menos severos, donde el rigor no espante la vida. De todos esos espacios, ninguno es más antiguo que la cocina. Ninguno tampoco más frustrante si queremos verlo como la antigua fábrica de cautivas y la nueva factoría de feminidades. La cocina tiene muchas identidades: dispositivo de alimentar, corazón del hogar, prisión doméstica, espacio de sociabilidad y, desde luego, laboratorio casero. La kitchen es un espacio plagado de máquinas y artefactos altamente tecnológicos. También es un espacio para hacer pruebas, innovar procedimientos, contrastar recetas y, en consecuencia, puede ser visto como un lugar donde desplegar modos de sociabilidad experimental y abierta. También es un espacio donde se despliegan formas particulares de vida en común que, en términos generales, habría que describir como menos discursivas que prácticas y más compartidas que reservadas.
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Hiperconectados y ultravulnerables al 5 - MAUCO SOSA
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El desembarco de las redes 5G viene acompañado de promesas de velocidades de descarga inusitadas, de entornos de máquinas que se comunican entre sí, de coches autónomos que, por fin, podrán circular, de intervenciones quirúrgicas a distancia. Las compañías tecnológicas anuncian el advenimiento de la enésima next big thing, el enésimo gran acontecimiento que lo cambiará todo (y gracias al cual, de paso, nos colocarán nuevos productos). Con su llegada, prometen, se abrirán por fin las puertas a nuevos mundos de realidad aumentada y virtual. Pero hay que tener presente la cara B del 5G: en un planeta hiperconectado, las posibilidades de que seamos hackeados, espiados y controlados por empresas y Gobiernos se multiplicarán.
Gloria, gloria, gloria al 5G, maná de la nueva era a punto de nacer. El entusiasmo por el advenimiento de las nuevas autopistas de la comunicación por las que circularán nuestros datos vuelve a retozarse en epítetos superlativos. Si atendemos a los cánticos de tecnológicas, operadoras y demás agentes del mercado, el 5G es the next big thing, el nuevo gran acontecimiento, el enésimo game changer, la clave que lo cambiará todo; conceptos periódicamente agitados para colocarnos nuevos productos.
El 5G desembarca envuelto en campañas de marketing y comunicación que anuncian un mundo hiperconectado de cirujanos que operarán, desde la distancia y en tiempo real, mediante un robot, a pacientes de otro continente; de granjas inteligentes en las que se siembre, riegue y coseche con eficiencia gracias al procesamiento de datos del suelo y el clima, y de coches autónomos compartiendo información al milisegundo que nos avisarán de que hay una placa de hielo tras la curva. No faltan voces que alertan de que nos encontramos ante un nuevo hype, un fenómeno hinchado que además esconde derivadas inquietantes.
No se han atrevido con la nube de Goku, pero todo se andará. O se volará. Bel&Bel diseña vehículos fuera de lo normal. Este estudio, fundado en 2005 en Barcelona, ha creado ya dos motos de Dragon Ball. Se trata de dos vehículos impactantes en lo visual y totalmente fieles a la visión del manga de Arika Toriyama. Pero lo que más impresiona no es esto sino su funcionalidad. «Las dos son motos funcionales», aclaran sus creadores, asegurando que «es la primera vez que se hace algo así, hasta el momento solo se habían hecho figuras o piezas de atrezzo».No es el caso que nos ocupa. La moto rosa con una sola rueda es igual que la que tenía Lunch, la asesina bipolar de los primeros capítulos de esta mítica serie. «Tiene un motor eléctrico de unos 500w o 1000W de potencia y cuenta con la tecnología de giroscopio para conducir hacia delante y hacia atrás, es un vehículo auto-balanceado» al más puro estilo segway.Las motos de Dragon Ball son eléctricas y están realizadas con materiales reciclados. En el caso de la moto de Lunch, se partió de un vehículo chino similar para desmontarlo y, añadiendo alguna que otra pieza propia, reproducir de manera fiel la estética de la serie. El resultado tuvo bastante éxito y, como la experiencia les había gustado, decidieron repetir con un nuevo modelo.
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Julio Iglesias en la presentación de su perfume, Only by Julio Iglesias (1989) Getty Images |
Seguir leyendo en RetinaFirmenich es una empresa suiza fundada hace más de un siglo. Desde 1895, se ha dedicado a la creación de fragancias y sabores. De sus laboratorios han salido perfumes como Aqua di Gio, Boss Bottled, Flower by Kenzo o Light Blue, de Dolce&Gabbana. Estos fueron fruto de la imaginación humana, los próximos podría inventarlos una máquina. Hace ya un año que Firmenich inauguró su Digital Lab, con la colaboración de la Escuela politécnica federal de Lausana (EPFL). ¿El plan? Explorar el potencial de la inteligencia artificial en los procesos creativos de la marca.Dos meses después, Symrise, otro grande del sector, anunció el desarrollo de Phylyra, otro plan para mezclar perfumes y algoritmos, esta vez de la mano de IBM. "Ahora nuestros perfumistas pueden trabajar con un aprendiz de inteligencia artificial a su lado. Uno que puede analizar miles de fórmulas y datos históricos para identificar patrones y predecir nuevas combinaciones, ayudándoles a ser más productivos y acelerando el proceso de diseño, al guiarles hacia fórmulas nunca vistas", aseguraba Achim Daub, presidente de Symryse Scent&Care. Y la ola no terminó ahí. El pasado mes de abril, Givaudan lanzaba de una plataforma llamada Carto y pensada para creación de fragancias a golpe de app.